La otra mirada...

14.6.06

¿Y si privatizamos el Riachuelo?

Gracias al caso de las plantas de celulosa de Fray Bentos, la causa ambientalista está nuevamente en boga. Como era difícil seguir viendo la paja en el ojo ajeno sin advertir la viga en el propio, en las últimas semanas hubo un reverdecimiento de la atención periodística sobre la tremenda contaminación que afecta al Riachuelo. De pronto nos acordamos de que, sin necesidad de viajar a las costas entrerrianas, podemos tener una muestra cabal de las nefastas consecuencias de la contaminación ambiental a apenas unos minutos de la Casa Rosada. La contaminación del Riachuelo es tan antigua como vergonzante. Ya en los albores de la Organización Nacional se había advertido el peligro que corría la población ribereña como consecuencia de esa verdadera fuente de "infección y enfermedades" abierta al sur de la ciudad de Buenos Aires. Desde entonces, es mucho lo que se ha prometido y muy poco lo que se ha hecho en relación al saneamiento de esa cuenca hídrica. Pero ante todo, ¿por qué se ha llegado a una situación de semejante gravedad? A mi entender, la contaminación del Riachuelo y otros ríos como el Matanza y el Reconquista, es un claro ejemplo de lo que se conoce como "la tragedia de los comunes". El problema es que, como el Riachuelo es un bien de propiedad estatal, los perjuicios de su utilización desaprensiva son económicamente soportados por toda la comunidad, en tanto que los beneficios son apropiados por los particulares. Es decir, las industrias que vierten sus desechos en el río no deben afrontar por ello pagos proporcionales al daño causado, mientras que el ahorro de no utilizar medios de tratamiento de efluentes redunda en beneficio exclusivo de los contaminadores. En este sistema de costos públicos y beneficios privados, el incentivo para la sobreutilización del recurso fluvial es evidente, y tiene como resultado una contaminación muy superior a la que existiría de tener cada industria que afrontar un pago por la utilización del río. La explotación es además ineficiente, puesto que el costo (social) de la contaminación es con toda seguridad superior al beneficio neto obtenido por las actividades contaminantes. Por ser el río propiedad de todos (y de nadie a la vez), en definitiva es la comunidad en su conjunto la que está subsidiando con la pérdida de su calidad de vida a las empresas que pueden darse el lujo de contaminar gratis. ¿Cómo puede salirse de esta situación? Creo que el Estado ha demostrado su absoluta ineficacia para promover una utilización racional del Riachuelo, que la torne compatible con estándares mínimos de conservación ambiental. Por un lado, al no estar la remuneración de los funcionarios públicos directamente vinculada con la obtención de algún resultado concreto en su gestión, estos no tienen otro incentivo que su propia conciencia del deber (que es un elemento contingente y voluble en la psiquis humana) para hacer cumplir las normas. Por otra parte, al no existir "precios" para la contaminación y la salud de los ciudadanos, el Estado carece de mecanismos para determinar el nivel adecuado de utilización del rio. Aunque resulte una propuesta sumamente impopular para este momento histórico, una solución posible pasa, a mi entender, por la privatización de la gestión del Riachuelo. El sistema podría funcionar del siguiente modo: El Estado da en concesión, por un período lo suficientemente prolongado, la gestión del Riachuelo. La empresa gerenciadora tendría como ingresos los pagos cobrados a las industrias instaladas por utilizar "cupos" de contaminación. Asimismo, podría cobrar a otras entidades (tales como clubes náuticos) un cánon a cambio de asegurar la existencia de un caudal hídrico de determinada calidad, que permita el desarrollo de sus actividades, y tal vez cobrar un "peaje" a empresas de transporte fluvial a cambio de mantener el río en condiciones de navegabilidad. Por su parte, la empresa gerenciadora debería pagar un cánon al Estado por la explotación del río, que podría ser proporcional a los niveles de contaminación alcanzados (a menor contaminación menor cánon y viceversa). El sistema incentivaría a las industrias a tratar los efluentes de modo más eficiente, puesto que ello reduciría los pagos a afrontar en concepto de cuota de contaminación, al tiempo que aseguraría la utilización del río sólo por aquellas industrias capaces de producir bienes con un valor mayor al daño ocasionado al ambiente. De este modo, la contaminación se reduciría a límites socialmente eficientes. Por otra parte, la empresa gerenciadora estaría incentivada a hacer cumplir los cupos de contaminación, puesto que de ello dependería la reducción sustancial de sus costos. Por otra parte, a medida que se reduzca la contaminación del río podrían aumentar los ingresos por usos alternativos del río, tales como recreación, turismo, provisión de agua a compañias potabilizadoras, navegación, etc. Finalmente, los gobiernos involucrados tendrían incentivos para ser sumamente estrictos al verificar el cumplimiento de las obligaciones contractuales de la gerenciadora en cuanto a niveles de contaminación, puesto que estaría en juego una reducción de sus ingresos. En definitiva, si bien soy consciente de que por el momento una propuesta como la descripta es absolutamente inviable desde la perspectiva política, creo que cualquier persona realmente interesada en preservar la calidad de vida de los vecinos del sur de la Ciudad de Buenos Aires y el conurbano bonaerense debería considerarla seriamente y analizarla con detenimiento. Probablemente la privatización de la gestión hídrica sea sólo recomendable para ríos utilizados intensivamente como "vertedero" industrial, y no sea más eficiente que la gestión estatal para ríos con una explotación menos intensiva. Lo que es seguro es que es momento de buscar soluciones originales al problema de la contaminación hídrica, en vista al largo historial de fracasos del Estado en su prevención.

5 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Hola, Diego

Personalmente no me enrolo en quienes temen a las privatizaciones ni con los que creen que es la solución mágica a los problemas. Ya hemos tenido bastantes pruebas en ambos sentidos. No sé si sería mala en sí una gestión privada del mantenimiento del Riachuelo y su entorno, pero hay que tener cuidado con la protección del espacio público y el acceso al mismo, y evitar que derive en el uso de recursos públicos para el enriquecimiento de unos pocos beneficiarios de las prebendas del Estado. También habría que pensar que esa gestión privada o estatal, además de atender a las cuestiones prácticas de administrar el curso de agua, sirva para mejorar la calidad de vida de los vecinos tanto de la Provincia como de Capital. Por ejemplo, que sea un lugar atractivo para que aprovechemos tanto los vecinos como el turismo, con los servicios necesarios para que ello ocurra, y no que quede igual pero más limpio (aunque esto último ya sería una mejora).

No sé si los cupos de contaminación serían beneficiosos. Es complicado valuar en una suma de dinero los perjuicios que causa la contaminación a la salud y a la calidad de vida. Algunas industrias o municipios podrían preferir pagar la multa antes que hacer los cambios necesarios para no contaminar. Habría que revisar la legislación actual para ver si hay alguna forma de sanción que está vigente y no se aplica. Y porqué no se aplica.

Saludos

Daniel

5:44 p. m.

 
Blogger Dieguistico! said...

El sistema de los cupos lo propongo por dos motivos:

En primer lugar, porque es imposible eliminar absolutamente toda la contaminación del río, puesto que ello privaría a la población de la presencia de algunas industrias cuya producción sea más valorada que la existencia de un río absolutamente no contaminado. En este sentido, el sistema de cupos tiene la ventaja de asegurar que sólo seguirán funcionando aquellas empresas más eficientes, cuya producción es más valorada que la contaminación que producen (para ello el precio de contaminar debe ser lo suficientemente alto como para eliminar a aquellas industrias sumamente contaminantes y sumamente improductivas).

Por otra parte, dado que algunas empresas serían propietarias del "derecho" de emitir cierta contaminación, ellas mismas tendrán un interés en evitar que otras empresas usufructúen clandestinamente esa posibilidad. Es decir, el sistema incentivaría a los titulares de cupos a que controlen que nadie más que ellos emitan contaminación en la proporción admitida. Finalmente, como el cánon de la empresa concesionaria sería menor si la contaminación es menor, el concesionario racionalmente buscaría llegar al punto de contaminación "óptimo" que maximizaría su rentabilidad, y estaría sumamente interesado en que no se contamine clandestinamente.

9:48 p. m.

 
Blogger Daniel Pecheny said...

Hola, Diego

Gracias por plantear una discusión sobre este tema tan importante.

Coincido con vos en que el concesionario no toleraría la contaminación ilegal, pero no tendría ningún problema con la contaminación "legal", al contrario, lo beneficiaría, a menos que se planteara un límite a la contaminación, como se hace en EEEU o la UE, donde se fijan metas para la contaminación de los automóviles a lo largo del tiempo, para permitir que la tecnología vaya mejorando, pero una vez establecidos, los límites deben ser estrictos, pero creo que deben trabajar con los fabricantes para comprometerse y buscar mejoras, es un trabajo de colaboración estratégica. No les mandan un Moreno a patotearlos.

Hay industrias como las curtiembres o tintorerías industriales que arrojan sustancias muy nocivas y eso no se puede tolerar por productiva que sea la industria, está la vida humana en juego. Y entiendo que hay legislación vigente por la cual los directivos pagan con sus bienes, pero creo que no se aplica (similar a la penalidad de la que vos hablás) Este tipo de contaminación es muy delicada ya que vive gente en las márgenes y no se les puede pedir que esperen que se termine la contaminación para seguir viviendo, ésta les afecta el suelo donde viven. Hay propuestas de cosas que ya se pueden hacer que consisten en remover la basura y los barcos abandonados. Ya sería una ayuda. Por otro lado, también existen industrias semejantes que no están sobre ningún río y se ven obligadas a tratar los efluentes, por lo cual me parece que los que están sobre el Riachuelo están en ventaja sobre los otros, como una competencia desleal.

Este tema es complejo y no abarca sólo el Riachuelo porque también llega contaminación del Río Matanza, y el Riachuelo a su vez desemboca en el Río de la Plata de donde se toma el agua para potabilizar, por este motivo pienso que la empresa de aguas debería tomar cartas en el asunto.

Sobre el Matanza, el Defensor del Pueblo de la Nación pidió un estudio epidemiológico de la Cuenca del Matanza, y el Ministro de Salud, Ginés González García dijo que era inútil, que era sólo demorar el saneamiento del curso de agua.

Un grupo de ONGs dijo que “la realización de dicho estudio constituye una obligación del Estado derivada del reconocimiento del derecho humano a la salud tal como lo ha manifestado el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de la ONU”.

Fuente:
http://www.elistas.net/lista/ecos/archivo/rsg/2083

En realidad creo que se debería hacer las dos cosas: Sanear el río Y el estudio epidemiológico, una cosa no impide la otra.

Saludos

Daniel

11:57 p. m.

 
Blogger Dieguistico! said...

Obviamente que la contaminación debería tener un límite.

La diferencia entre el control estatal y el control vía derechos individuales de propiedad, es que mientras en un sistema el control depende de un funcionario potencialmente corrupto que no tiene ningún incentivo particular para hacer cumplir la ley, en el segundo el concesionario simplemente pierde plata si el río está más contaminado del nivel fijado en la concesión, por lo que tiene un buen motivo para hacer cumplir la norma.

Creo que las curtiembres y las tintorerías industriales no serían rentables si tuvieran que pagar un cánon por contaminar que tenga alguna relación con el daño causado al medio ambiente y la salud de los vecinos, y probablemente tendrían que cerrar, al menos que el tratamiento de efluentes les resulte más barato que cerrar o pagar el cánon.

Que el sistema funcione dependería de un buen diseño del sistema de cupos, teniendo en mira el objetivo de alcanzar niveles máximos de contaminación compatibles con la salud humana.

6:02 p. m.

 
Anonymous Anónimo said...

Miércoles 21 de Junio de 2006


Deberá el Estado sanear el Riachuelo

Tiene 30 días para presentar un plan
Decisión de la Corte



La Corte Suprema intimó al Estado nacional, a la provincia de Buenos Aires y al gobierno porteño para que, en un plazo de 30 días, presenten un plan integrado de saneamiento de la cuenca Matanza-Riachuelo y un estudio de impacto ambiental sobre la actividad que desarrollan 44 empresas, entre las que figuran varias petroleras, petroquímicas, curtiembres y alimentarias de primer nivel.

Además, el máximo tribunal convocó a esos tres gobiernos, a los vecinos que presentaron la demanda y a las empresas a una audiencia pública, que se realizará el 5 de septiembre, a las 11.

Hace dos años, diecisiete vecinos demandaron al Estado nacional, a la provincia de Buenos Aires, a la Ciudad y a 44 firmas en reclamo del pago de daños y perjuicios, la recomposición del medio ambiente y la creación de un fondo para financiar el saneamiento de la cuenca. Pero no presentaron precisiones ni pruebas sobre cuál es el impacto que produce cada empresa en el medio ambiente.

Ahora, la Corte, que nunca llegó tan lejos en materia ambiental, quiere poner las cosas en su lugar: les pidió a las empresas que indiquen cómo tratan sus efluentes, y a los citados gobiernos que diseñen un plan integral para sanear la cuenca y recomponer el medio ambiente.

La resolución, que fue anticipada hace dos semanas por LA NACION, lleva las firmas del presidente del máximo tribunal, Enrique Petracchi, y de los ministros Elena Highton de Nolasco, Carlos Fayt, Juan Carlos Maqueda, Ricardo Lorenzetti y Carmen Argibay.

Para el momento en que se realice la audiencia, los tres Estados y las empresas ya habrán presentado sus respectivos informes, que estarán en poder de los ministros de la Corte, por lo cual ese acto procesal podría convertirse en la oportunidad para llegar a una acercamiento de las pares.

La demanda por la contaminación de la cuenca de Matanza-Riachuelo (caratulada como causa Beatriz Mendoza y otros) fue presentada hace dos años por diecisiete vecinos, algunos de los cuales se identifican como parte de Villa Inflamable, un asentamiento crítico de Dock Sud.

Pero el planteo está plagado de imprecisiones. Por ejemplo, no dice en qué medida es responsable cada planta de esa contaminación. Ayer, una consulta de LA NACION con algunas empresas (una automotriz, por ejemplo) reveló que tienen un moderno sistema de saneamiento. Otras compañías, en cambio, pueden estar contaminando, pero no se sabe con precisión cuál es el área de su influencia.

La demanda permaneció dormida por dos años, pero hace dos meses la Corte reflotó el tema ambiental, en coincidencia con la notoriedad que cobró en la agenda pública por el conflicto de las papeleras con Uruguay,

La demanda, que cuenta con el patrocinio del jurista Jorge Mossert Iturraspe, está dirigida contra los gobiernos nacional, porteño y bonaerense y contra 44 empresas de primera línea, entre las que figuran varias petroleras (Shell, YPF, Eg3, Sol Petrol, Dapsa, entre otras), la petroquímica Indupa, el supermercado Coto, Aguas Argentinas y varias curtiembres.

Los vecinos del Riachuelo presentaron en forma conjunta varios reclamos, que la Corte optó por dividir en varios expedientes:


Uno de los reclamos de los vecinos fue la indemnización por los daños individuales sufridos por cada uno de ellos, para reparar los gastos por tratamientos médicos, daño moral y psíquico y la nueva radicación de las familias. En total, pidieron 5,2 millones de pesos. La Corte, consciente de que este reclamo podría sumergirla en una infinidad de causas y de trámites probatorios, encontró un argumento técnico para deshacerse del pedido: se declaró incompetente.


En cambio, la Corte sí se declaró competente para estudiar el daño colectivo: es decir, la parte del reclamo que solicita que se recomponga el medio ambiente y se realicen obras de saneamiento. "Tiene una prioridad absoluta la prevención del daño futuro, ya que se trata de actos que seguirán produciendo contaminación. En segundo lugar, debe perseguirse la recomposición de la polución ambiental y, finalmente, para el supuesto de daños irreversibles, el resarcimiento", dice el tribunal.


Y, a partir de allí, la Corte ordena que las partes presenten varios informes. Las empresas demandadas deberán informar, en el plazo de 30 días, sobre los líquidos que arrojan al río, su volumen y cantidad; si tienen sistemas de tratamientos de residuos y si tienen seguros contratados, conforme con lo que les ordena la ley 25.675, de política ambiental.


Por su parte, los gobiernos nacional, porteño y de la provincia de Buenos Aires deberán presentar un "plan integrado", basado sobre el principio de progresividad, es decir, que los objetivos de mejora deberán ser logrados en forma paulatina. Ese plan deberá tener un ordenamiento ambiental del territorio, el control que tiene el Estado sobre las actividades industriales y deberá incluir el estudio de impacto ambiental de las 44 empresas.


La Corte, por ahora, no se pronunció sobre el pedido de los vecinos para que se cree un Fondo Común de Recomposición, al que deberían aportar los tres gobiernos, para solventar los gastos de saneamiento. El tribunal no quiso, por el momento, crear un fondo de difícil control. Además, nadie puede sostener que los estados o las empresas, que deben contar con seguros, vayan a insolventarse.

También ordena la Corte que los vecinos de esa zona puedan tener acceso a esa misma información y que el Estado desarrolle un programa de educación ambiental.

Por Adrián Ventura
De la Redacción de LA NACION

11:53 a. m.

 

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