La otra mirada...

11.5.06

El curso del conflicto

El conflicto generado entre Argentina y Uruguay a raíz de la instalación de dos plantas elaboradoras de celulosa en la vecina costa del Río Uruguay, se está agravando por la falta de diálogo al más alto nivel de ambas naciones. Los ciudadanos uruguayos y argentinos no podemos permitir que la relación entre dos países hermanos como los nuestros, con tantos lazos geográficos, históricos, culturales y económicos, se vea deteriorada por la falta de voluntad de encontrar una solución racional al problema, debido a cuestiones políticas internas de cada país.La forma en que las fábricas afectarán los recursos compartidos entre ambos países, es un tema a evaluar en forma técnica por parte de expertos objetivos. También es de esperar que esta nueva conciencia ecológica verificada en la Argentina se aplique para controlar tantas otras fuentes de contaminación que provienen de nuestro propio territorio. Entre el “no a las papeleras”, que eliminaría la posibilidad de crear fuentes de trabajo, e ignorar las preocupaciones de los habitantes afectados, hay un rango de soluciones que sólo se pueden lograr por el diálogo y negociación, que no significa resignar la defensa de los intereses nacionales sino, por el contrario, crear un marco para defenderlos sin perder de vista la importancia de la relación entre ambos países. Los únicos que pueden sustentar este marco son los presidentes de ambas naciones, quienes son responsables por las relaciones internacionales. Por otra parte, ni la defensa del medio ambiente, ni la búsqueda de inversiones son intereses excluyentes a cada margen del río, ni el derecho está de un solo lado, como pretende Kirchner. El camino a una solución Si el presidente Vázquez tiene elementos suficientes para estar convencido de los controles ambientales de las fábricas, el darlos a publicidad o someterlos a una evaluación imparcial quitará argumentos a quienes en la Argentina aseguran que no tiene voluntad de proteger el medio ambiente. Cuando el presidente Kirchner haga cumplir la ley y sencillamente no permita los cortes de rutas internacionales, también le quitará argumentos a la oposición uruguaya que limita las posibilidades de su presidente de ceder ante los reclamos ambientales. Estas voluntades negociadoras que requerimos de nuestros gobernantes no deberían estar contaminadas por exigencias extremas de un interés económico que ignore el medio ambiente, pero tampoco por un fundamentalismo que se olvide de las necesidades de desarrollo económico. Las posiciones extremas Uruguay no va a abandonar un proyecto en el que viene invirtiendo desde hace muchos años, y en el que su país ya está comprometido. Esto significa que los cortes de puentes de quienes quieren que las papeleras simplemente no se instalen, sólo van a lograr un aumento de las divisiones sin avanzar en nada y, por el contrario, destruyendo también los puentes de amistad que declaman pero no valoran. Una negociación puede lograr un compromiso de control de la contaminación, a pesar de la resistencia que el presidente Vázquez pueda encontrar en su oposición y en las empresas. Un reclamo intransigente pone en peligro la amistad de dos pueblos con tantas similitudes que es difícil encontrar razones para que tengan que estar enemistados. ¿Qué moviliza estas posiciones duras? Hay sectores en ambas márgenes que boicotean todo tipo de acuerdo, debido a intereses económicos o políticos. Dada la falta de definición inicial por parte del presidente Kirchner, el gobernador entrerriano Busti había acompañado los cortes, que luego tuvo que criticar ante la posición del gobierno nacional, que tardíamente habló en desacuerdo con los cortes pero faltó a su obligación de permitir el libre tránsito internacional. Mientras no se vea obligado a asumirla, elude su responsabilidad. En un discurso se había mostrado tan ajeno al problema que prometía dar “una mano”, sólo si se la pedían. En Chile hubo una esperanza. Bachelet y Lagos se habían reunido con Evo Morales, a pesar de la historia traumática entre sus países. Dieron el ejemplo. Finalmente se encontraron Néstor Kirchner y Tabaré Vázquez, anunciando un acuerdo que parecía razonable: Parar la construcción de las plantas por 90 días a cambio del cese de los cortes por el mismo período mientras se analizaba el problema ambiental. El acuerdo no resistió la negativa de una de las empresas a parar por más de diez días. Ni Vázquez intentó convencerla, ni Kirchner arriesgó sentarse a una mesa sin tener asegurado el éxito. Cada uno culpó al otro del fracaso, pero por un lado, ambos cometieron primero el error de ignorar el problema mucho tiempo, y después el de no intentar lo suficiente una solución. Kirchner dejó las negociaciones antes de empezar, anunciando recurrir a La Haya, que no promete decisiones rápidas, y se acordó de darle carácter nacional al conflicto sólo para ponerse frente de la protesta regional con el acto del corsódromo de Gualeguaychú. Amenaza a la que Uruguay respondió con promesas de su propio acto de respaldo en Fray Bentos. Kirchner fue al núcleo de la protesta más intransigente con mucho apoyo político para terminar dejando un mensaje más moderado que el “No a las papeleras”de los anfitriones. Pero desde la margen opuesta la percepción de esa ambigüedad presidencial se desdibuja, y sólo se puede ver como una provocación que, lanzada desde la política nacional, no afecta a las decisiones de Uruguay sino estimulando una mayor intransigencia y alejando una solución. En lo diplomático, se buscó apoyo externo en lugar de diálogo entre las partes afectadas. Kirchner buscando apoyo de Lula, y Tabaré respaldo de Bush. Se amenaza la integridad del Mercosur, del que tanto se vanagloriaron en la Cumbre de las Américas en Mar del Plata, y desde el exterior, en EEUU y en la Unión Europea, se ve una Latinoamérica dividida no sólo por este sino por otros recientes acontecimientos. Se necesita un acuerdo y esto exige decisión política y liderazgo por parte de los presidentes para lograrlo. Defendamos la hermandad rioplatense. Si los gobiernos no lo hacen, reclamémoslo los ciudadanos y las asociaciones civiles de ambos países. Los pueblos uruguayo y argentino, hermanos en tantos aspectos aunque podamos tener diferencias en nuestra visión de este conflicto, recordemos la historia compartida, el origen y la cultura en común, las relaciones comerciales, las diferencias que ya hemos logrado superar en otros tiempos, y no dejemos que el río que hasta ahora nos unió hoy nos separe. Lo que tenemos en común está por encima de las diferencias e intereses políticos. Y demostrárselo a nuestros gobernantes, a los intereses sectoriales, políticos y económicos. Apoye la iniciativa de reafirmación de la hermandad entre uruguayos y argentinos y la defensa de un Mercosur para el bien de todos sus integrantes. Adhiera y dé su opinión mediante su mensaje en el blog Pensando Argentina.

3 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Estoy de acuerdo Fer, ayer salió una nota de Jorge Lanata en el diario Perfil sobre ese tema.

Ni hablemos del Riachuelo, el Matanza, el río Tigre, el Reconquista...Y ahora sobre el río Luján que parecía que todavía no estaba tan contaminado, donde muchos reman o nadan, hay una localidad donde el cáncer en la población se multiplicó por desechos industriales. También está en Perfil.

Daniel

8:47 p. m.

 
Anonymous Anónimo said...

no se olviden de la contaminacion que hay en la ciudad de buenos aires, los colectivos, los camiones y el siempre presente problema de la basura... la contaminacion no solo esta en el agua, sino tambien en el aire y la tierra.
santiago

11:39 p. m.

 
Anonymous Anónimo said...

Sí, Santiago

En el caso de la curtiembre sobre el río Luján, también contamina el aire y los responsables del gobierno de la Provincia minimizan el problema diciendo que se trata sólo de un olor molesto.

Daniel

7:24 p. m.

 

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